¿En qué te puede ayudar el coaching?


[i]Soy Carmen, tengo 52 años y creía que me conocía perfectamente, sabía qué cosas me gustaban, qué cosas me daban miedo y había aprendido a mirar para otro lado cuando algo o alguien se acercaba a mí y no quería verlo, pero era feliz tal y como era. Al menos eso pensaba.
Un día, algo en mi trabajo no me gustó, me sentí frustrada, llena de rabia y de odio por esa situación, para mí era una injusticia como se estaba tratando ese asunto y me vi inmersa en un mar de dudas, de emociones encontradas y no sabía qué hacer con eso.
Este malestar iba día a día creciendo dentro de mí, esa situación se repetía continuamente en mi lugar de trabajo y no comprendía qué pasaba y cómo me afectaba de esa manera.
Lo hablé con una amiga y después de darme sus sabios consejos “no seas tonta y a ti eso que te importa”, “pues no lo hagas tú”, “eso son tonterías y no sé por qué te afecta tanto” “mira que las cosas por las que te molestas” y cosas por el estilo, finalmente me dijo “haz coaching”, había oído hablar del coaching, pero no sabía muy bien cómo funcionaba ni qué podía hacer por mí, así que busqué información y me puse en contacto con un coach.
       Quizá puedas identificarte con nuestra protagonista y si no es en un ámbito laboral, quizá sea en el tuyo propio personal o en las relaciones con tu pareja o con tus amistades.
Esto es más frecuente de lo que parece, desde que hemos nacido se van conformando nuestros valores, nuestros pensamientos que han ido generando como nos vemos a nosotros/as mismos/as y como vemos y qué ideas tenemos respecto a los demás y sobre el mundo.
      Con la educción y ejemplo que recibimos de nuestro padre/madre o cuidadores principales vamos absorbiendo y haciendo nuestros, los valores que ellos nos transmiten con sus comportamientos y actitudes, con sus ejemplos, a medida que  crecemos y vamos entrando en relación con otras personas, familiares, con nuestros educadores, vamos adquiriendo otros valores que vamos incorporando en nuestras experiencias diarias y utilizando en nuestras relaciones, un poco más adelante en la adolescencia y de forma inconsciente empezamos a contrastar qué nos sirve a nosotros y qué no, por lo que tal vez podamos desechar ciertas cosas de nuestro aprendizaje que hemos considerado que no nos son útiles en nuestro día a día y así a groso modo vamos conformando nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestras creencias y nuestros valores.

       Pero ¿qué ocurre cuando nuestros valores chocan con los valores de otra persona? Tal y como le pasó a Carmen, ella creía conocerse muy bien y añade que cuando algo o alguien no quería verlo, miraba para otro lado, hasta aquí más o menos bien, ya que cuando se le había presentado estas situaciones quizá las circunstancias le habían permitido mirar para otro lado por lo que no le había producido nada más que un malestar pasajero, pero de repente en su trabajo llega una persona nueva, alguien con la que tiene que trabajar codo con codo y al a que no puede obviar, a la que no puede mirar por otro lado, y aquí comienza ese desajuste, esa desarmonía interna que le genera rabia y frustración ante las injusticias.
En el modo de atender a sus clientes había un desacuerdo entre los valores de Carmen y de su nuevo compañero de trabajo, la que ella achaca ser chapucero, olvidadizo y por lo tanto irresponsable y donde además trata a los clientes con falta de respeto y pasando la línea de lo profesional con la de amiguismo.
      En este caso y tras explorar los valores de Carmen, donde el respeto, la responsabilidad y la justicia estaban muy presentes en su día a día, aun sin ella saberlo de forma consciente, era el principal disparador de todo lo que le había generado la llegada de su nuevo compañero de trabajo, ella vivía y honraba sus valores en su lugar de trabajo y de repente algo los había puesto patas arriba.
       Trabajar aumentando el autoconocimiento de Carmen, comprender que ella actúa en base a unos valores que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida y de sus experiencias, el comprender que cada persona vive y se comporta en base a sus propios valores, le aporta una comprensión que le ayudó a ir más relajada a su trabajo a poder empatizar con su compañero y además a comenzar a establecer límites claros desde la empatía y desde una comunicación asertiva.
       He de decir que el trabajo de Carmen, fue enriquecedor para ambas, lleno de descubrimientos, de sorpresas y por supuesto que de algún “movimiento” interno, que es justo el que indica que los cambios generativos se están produciendo, esos cambios capaces de crear nuevas estrategias, de aportar soluciones creativas y que además nos enseña a ser amables y flexibles con nosotros mismos.  

     
Gracias Carmen, por tu generosidad.

           


[i] El nombre y datos referentes al trabajo se han omitido por respeto hacia las personas implicadas.




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